He visto la obra de teatro clásico "El sombrero de tres picos", basada en la novela de Pedro Antonio de Alarcón e interpretada por la Compañía "Morfeo Teatro Clásico" que se ha representado en el Teatro Jovellanos de Gijón.
Me ha resultado agradable y divertida, y he disfrutado de la muy buena interpretación de los cinco únicos actores que interpretaban este clásico del romanticismo.
Esta novela de 1874 ha sido adaptada en numerosas ocasiones al teatro y también a la danza. Su versión bajo música de Manuel de Falla la convirtieron en éxito indiscutible en los escenarios del mundo entero.
Se basa en el conocido romance de la molinera y el corregidor. Los decorados y vestuario tienen una inspiración claramente goyesca y se agradecen los poemas que salpican la acción de Cadalso, Meléndez Valdéz y Jovellano, así como las fábulas de Iriarte y Samaniego que se han introducido en el texto.
Destacaría la reflexión que me produjo el constatar el acusado empobrecimiento del lenguaje desde finales del siglo XIX. Es verdaderamente una lástima. Los personajes en el texto utilizan un lenguaje correcto, con expresiones y vocablos sencillos, comprensibles, adaptados a la vida rural que se representa, pero abundantes. Percibí la utilización en el texto de una gran cantidad de sinónimos en desuso hoy en día pese a ser términos cotidianos y que este desuso refleja la devaluación creciente del lenguaje actual. Pero lo más alarmante es que parece que esa merma de diversidad lingüística aún no ha finalizado... Acabaremos por comunicarnos con unos pocos cientos de vocablos...
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La semblanza costrumbrista de la vida en la España rural del siglo XIX