Ayer vi la última película de Woody Allen, titulada "A Roma con amor", interpretada, entre otros, por el mismo Allen, Alec Baldwin, Penélope Cruz, Ellen Page, Jesse Einsenberg, Roberto Benigni y muchos elogiables actores más.
Hay cosas ya imposibles de modificar en mis intereses intelectuales, y una de ellas es mi debilidad por Woody Allen. Yo, que no soy en absoluto mitómana y que jamás di un paso para pedirle un autógrafo a ningún famoso, por importante que fuera y cerca que lo tuviera, aguanté pacientemente tres horas de pie, en una fría tarde-noche y bajo una lluvia suave e incómoda, para ver pasar un segundo ante mi a Woody Allen cuando vino a Gijón para dar una charla en el Teatro Jovellanos con motivo de su Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
En aquella ocasión, únicamente alcancé a ver su endeble cuerpecillo salir de un vehículo elegante, saludar al público que allí estábamos y entrar, a continuación, en el Teatro, pero para mi fue suficiente. La proximidad de un personaje tan talentoso y admirado por mi durante tanto tiempo fue un momento verdaderamente emocionante para mi.
Este ¿absurdo? preámbulo de entrada en el blog sirve para explicar que este director cuenta con mi entusiasmo y aprobación de antemano. Me gusten más o menos, todas sus películas me divierten, me estimulan. Creo que he visto todas las que han llegado a España, y nunca me ha defraudado, y ésta que me ocupa, "A Roma con amor" tampoco lo ha hecho.
Esto no es en absoluto una crítica de cine (¡Dios me libre!); únicamente, como hago con cada entrada en este "blog de andar por casa", plasmo mis emociones, mis impresiones.
Los actores, fantásticos, italianos y hollywoodienses, jóvenes y consagrados (Roberto Benigni, Ellen Page, Jesse Einsenberg, Alec Baldwin, Woody Allen, Penelope Cruz...) interpretan sin fisuras cuatro historias inconexas que suceden en la Roma tópica de los turistas y que producen situaciones y diálogos inteligentes, absurdos, hilarantes que yo siempre hallo estimulantes y me hacen, por ello, reír. Y como me sucede siempre con este autor, me quedé con ganas de ver la película de nuevo para comprender más profundamente el diálogo y captar los detalles que a la primera me hubieran pasado desapercibidos.
Divertida mirada americana sobre la "Europa del Sur", tan mencionada en la actualidad, latina y con personalidad propia.
Apacible, estéticamente agradable a la vista, con momentos muy divertidos... encantadora. ¿Qué más se necesita para ir a verla?
