He tenido el placer de visitar en el Museo de Bellas Artes de Bilbao la exposición titulada "Celebración" del artista colombiano Fernando Botero, que recoge ochenta obras.
Coincide esta exposición con el ochenta aniversario de su nacimiento (Medellín, Colombia, 1932) y rinde homenaje a la trayectoria de un pintor, dibujante y escultor que ha sido capaz de desarrollar un estilo reconocible y propio basado en la exaltación del volumen y el color.
Para el visitante es extraordinariamente gratificante e impactante encontrarse ante 79 pinturas de grandes dimensiones. Te envuelven no sólo sus generosos volúmenes y coloridos, sino su grandeza pictórica e incluso real.
Ha conseguido el autor no sólo un estilo que lo identifica a primera vista, sino trascender los ambientes culturales y pictóricos, tan selectivos y poco populares, para dar a conocer su pintura a todos los estratos de la sociedad, por poco aficionados al Arte que sean, porque, ¿quién no conoce o reconoce un cuadro o escultura de Botero? Ya forma parte del imaginario popular, y eso no es tan frecuente y tiene un mérito enorme, según mi humilde punto de vista.
Es una exposición que muestra el vitalismo burlón del autor respecto a distintos aspectos de la condición humana y que son los que configuran los diferentes apartados en que se divide la exposición: la vida tradicional colombiana, los personajes históricos, el bodegón, la vida burguesa, el circo y la tauromaquia, la obra temprana, los motivos latinoamericanos, la religion y credo, el circo, versiones de otros artistas, la prisión de Abu Graibh, la corrida de toros y naturaleza muerta.
